Los animales se embriagan también
Sí, los animales pueden ser tiernos e interesantes cuando hallamos una conducta que nos parece casi humana. Que un mono use herramientas nos inspira. Que un loro hable, es encantador. Que nuestro perro mire la televisión fascinado como nosotros, nos divierte. Pero, si los animales se embriagan, ¿cómo reaccionar?
En el verano del 2012 en el noroeste de Inglaterra se detectó un comportamiento anómalo en una población de mirlos (Turdus merula). Estas aves eran incapaces de emprender el vuelo y mantener el equilibrio. Muchas de ellas caían al suelo permaneciendo inmóviles durante horas, incapaces de alcanzar la verticalidad. Un considerable porcentaje de los mirlos llegaron a fallecer. El equipo de veterinarios encargados de analizar las causas de este extraño comportamiento descubrió que estas aves paseriformes tenían elevadas concentraciones de etanol en su organismo.
En las autopsias que practicaron revelaron que en el estómago había bayas de serval. Es un fruto que puede ser infectado –como había sido el caso- por una levadura fermentadora de los azúcares de la baya. Lo cual se traduce finalmente en la producción de etanol. En otras palabras, la levadura había sido la responsable de la borrachera colectiva de los mirlos. Vaya fiesta.
La embriaguez del despecho
Otro equipo de investigadores, en este caso de la Universidad de California, comprobó algo sorprendente. El macho de la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) ahoga sus penas en alimentos ricos en alcohol… en cierta situación específica. Cuando es rechazado sexualmente por una hembra no receptiva. ¿Les suena familiar?
Además, observaron que los machos que conseguían aparearse con mayor frecuencia tenían hasta un 15% menos de apetencia hacia el consumo de alimentos rociados con alcohol. De alguna forma, en estos animales el alcohol se ha convertido en un sustituto del placer sexual.
Al parecer, la clave de este curioso comportamiento radica en una molécula. El neuropéptido F. Se encuentra en el cerebro de las moscas. Según su concentración, alta o baja, favorece una u otra conducta.
Los elefantes van al bar
Las primeras observaciones relacionadas con el consumo etílico de un animal se hicieron en África. Se remontan hasta el siglo XIX. Las hizo el naturalista francés Adulphe Delegorgue. Observó que los elefantes macho (Loxodonta africana) desarrollaban un comportamiento agresivo después de alimentarse con las frutas de un determinado árbol.
La planta en cuestión era el árbol de la marula (Sclerocarya birrea). Crece en las llanuras subecuatoriales africanas en donde tiene que soportar climas muy cálidos y largos periodos de sequía. Su fruto es de color amarillo claro y se llama marula. La fragancia de la fruta es capaz de dispersarse varios kilómetros a la redonda gracias a la brisa. Atraer a manadas de elefantes, dispuestos a saciarse con ella, hasta el punto que se conoce también con el nombre de «árbol del elefante».
El fruto es rico en vitaminas –tiene ocho veces más vitamina C que la naranja- y minerales. Pero no es esto lo que atrae a los elefantes sino la fermentación del fruto, su carga etílica. Les produce un estado de embriaguez tan placentero que les hace repetir.
A nosotros también nos gusta
No solo les gusta a los elefantes. Las jirafas, las cebras y los monos también la adoran. Los animales se embriagan a lo grande con las marula.
Con los frutos de su árbol se elabora en Sudáfrica una bebida alcohólica. Es el licor de Amarula. Se comercializa en todo el mundo. En su etiqueta aparece representado un elefante, junto con los frutos amarillentos del árbol de la marula.
Esta bebida es una de las mejores aportaciones africanas al universo de las bebidas espirituosas. Se elabora con azúcar, nata y con un fermentado de la pulpa del fruto del árbol de la marula.
Si sienten sed de repente, no son los únicos. Así que si van por un licor de Amarula… salud.