Las bombas militares causan pequeñas burbujas que estallan en los cerebros
Si bien aún no está del todo claro cómo las ondas de choque producidas por las explosiones como las bombas dañan a quienes están cerca de ellas y pueden escucharlas, un conjunto de investigaciones sugiere que pueden causar que se formen pequeñas burbujas y luego exploten dentro del cerebro, lo que podría acabar causando lesiones muy graves.
Según Timothy Bentley, de la Oficina de Investigación Naval de los Estados Unidos (ONR por sus siglas en inglés), estas ondas de choque viajan «más rápido que la velocidad del sonido», produciendo un nivel de energía que puede «causar efectos de salud sutiles pero dañinos» y que a día de hoy son imposible de prevenir.
Para descubrir cómo ocurre esto, la ONR ha estado apoyando la investigación de Michael Cho, de la Universidad de Texas, cuyo equipo ha realizado una serie de pruebas sobre los efectos de las ondas de choque en el tejido cerebral.
En un artículo que salió en la revista Journal of Neurotrama, los investigadores explicaron cómo varios estudios anteriores han demostrado que las ondas de choque hacen que se formen pequeñas burbujas, llamadas microcavitaciones, en el agua. Debido a que no es posible observar el impacto biológico de las ondas cuando los soldados están en acción, no se sabe si ese mismo efecto ocurre en el cerebro cuando ocurren explosiones en el campo de batalla.
Sin embargo, Michael Cho y su equipo sospechan que estas microcavitaciones pueden formarse en el líquido cefalorraquídeo del personal militar expuesto a explosiones, y diseñaron un experimento para examinar qué efecto podría tener esto en las células cerebrales. Para ello, crearon modelos de tejido utilizando células cerebrales llamadas astrocitos, que se colocan en el fluido a través del cual se pasaron las cargas eléctricas para generar ondas de choque.
Los astrocitos representan alrededor del 20 al 50% del volumen de los cerebros humanos, y superan en número a las neuronas en una relación de 10 a 1. Están involucrados en una serie de procesos vitales asociados con la protección del sistema nervioso central.
Por ejemplo, encontraron un aumento en las concentraciones de un compuesto llamado superóxido, que se sabe que juega un papel en la apoptosis (o muerte cerebral), a través de un proceso conocido como estrés oxidativo. Esto ocurre cuando las especies de oxígeno altamente reactivas dañan el tejido de una célula. Además, la cantidad de material capaz de penetrar en los núcleos cerebrales aumentó después de la microcavitación, lo que indica que la membrana que rodea el núcleo se dañó.
Curiosamente, las células que fueron expuestas a cargas eléctricas pero no a microcavitaciones no mostraron ninguno de estos efectos, lo que sugiere que las burbujas en sí mismas fueron la causa de este daño. Aún no está del todo claro cómo ocurre esto, aunque los autores del estudio sugieren que podría generarse por un aumento de la temperatura dentro de estas burbujas, o por la liberación de un potente «chorro» a medida que explotan.
Efectos como estos podrían ser responsables de la afección conocida como lesión cerebral traumática por explosión, que afecta a un número creciente de personal militar, y se ha asociado con el trastorno de estrés postraumático y otras enfermedades cognitivas. Hasta ahora, la relación causal entre las explosiones y estos síntomas había sido un misterio, aunque estos expertos esperan que sus investigaciones puedan arrojar algo de luz sobre cómo las ondas de choque provocan lesiones cerebrales.