Los copistas que calcan obras del museo del Louvre
Salvador Dalí, Pablo Picasso, Marc Chagall o Edgar Degas; estos artistas no solo son algunos de los pintores más famosos de la historia del arte, sino que también comparten una experiencia común: poder copiar las obras de los antiguos artistas en el museo del Louvre. Una larga tradición que data de justo después de la Revolución Francesa: cada año el principal museo de París otorga 250 premios a artistas aficionados y profesionales, permitiéndoles copiar una obra maestra a su elección.
El pintor postimpresionista Paul Cézanne dijo una vez que «el Louvre es el libro del que aprendemos a leer»; de este pensamiento bebe la práctica tradicional del aprendizaje al copiar el trabajo de maestros anteriores. De hecho, ya en el siglo XV, cuando el artista italiano Cennino Cennini escribió su manual de artista, El Libro de Arte, esta tarea se ha considerado esencial para el crecimiento artístico.
El Louvre abrió sus puertas a los copistas en 1793, solo un mes después de que María Antonieta fuera decapitada y el palacio de Luis XIV transformado en un museo público. Luego se declaró que a cualquier artista se le proporcionara un caballete sin cargo para asumir el desafío de pintar una obra maestra. Esto todavía ocurre hoy en día. Solo que los artistas de todo el mundo pueden esperar hasta dos años para obtener uno de estos premios tan limitados.
Los copistas del Louvre pueden trabajar hasta tres meses y tienen acceso a las galerías de 9:30 de la mañana hasta la 1:30 del mediodía, de septiembre a junio, excepto sábados y festivos. Una vez terminan su trabajo, son inspeccionados de cerca por funcionaros del museo, asegurándose de que cumplan con los requisitos: los lienzos deben de ser una quinta parte más pequeña que el original, y la firma no debe reproducirse en las copias. Una vez los expertos dan el visto bueno, son selladas y firmadas por el jefe de la oficina de copias del Louvre y escoltadas desde el edificio.
Recientemente, el fotoperiodista francés Ivan Guilbert recibió permiso para pasar tres días en el museo, fotografiando a los copistas. Allí, capturó la amplia gama de artistas que se aventuran al Louvre para promover su arte. Lo que más impresionó a Ivan fue la dedicación, la concentración y la paciencia de los copistas, que trabajan en medio de los visitantes del Louvre.