Manila. ¿Cómo es vivir en una de las ciudades con más densidad poblacional?
Manila, la capital de Filipinas, no es sólo de las ciudades con más densidad poblacional del mundo, con 38.729 personas por kilómetro cuadrado, sino que además está ubicada en el llamado Anillo de Fuego, una serie de volcanes del océano Pacífico que suele castigar a la ciudad con terremotos y tifones.
Por encima de las preocupaciones ambientales están las necesidades económicas y demográficas. La tasa de fecundidad en Manila no hace sino que ascender, con 3,1 hijos por mujer, y los residentes se enfrentan a la disparidad en cuanto a las condiciones de vida. Los edificios buscan ganar metros de altura, e igual que las nuevas construcciones no cumplen con las necesidades básicas y sólo son un parche constante para tratar de dar un techo a la máxima gente posible.
Así es un día a día en una de las ciudades más densas del mundo.
Manila se encuentra en la costa noroeste de Filipinas. Su población, de 1,6 millones de personas, se divide entre un distrito de negocios en auge en la ciudad de Makati y comunidades sin recursos en la periferia.
En las regiones más pobres, muchas familias viven conjuntamente en lugares cerrados en comunidades prácticamente improvisadas. Las casas están construidas sobre pilotes, y la ropa se cuelga en los restos de techos de casas que ya no están.
Las inundaciones son constantes en la ciudad. Como resultado, la basura nada libremente en las aguas contaminadas, dando lugar a grandes riesgos de enfermedad bacteriana.
En tiempos de crisis, como la serie de inundaciones que azotaron en 2009, los gimnasios fueron reutilizados como refugios. La densidad no fue solucionada, sino simplemente reubicada.
La vida cotidiana de la ciudad es igual de repleta. Para desplazarse, la gente tiene que elegir entre conducir en carreteras repletas de vehículos o ir en transporte público que parece más una lata de sardinas.
Como solución a esto, la gente opta por las motocicletas, que otorgan más libertad, en un tráfico que es un caos. Las normas de circulación no existe, sólo impera la ley del más fuerte.
En la recesión económica del 2008, los costes de combustible en Manila se volvieron casi prohibitivos, lo que hizo que la mayoría de la gente evitara usar el coche. Esto llevó a que las persones estuvieran prácticamente encajadas mientras subían a trenes que no aceptaban ni una alma más.
Fuera del trabajo, los centros comerciales son muy concurridos. Son uno de los pocos elementos de distracción de la ciudad.
Pero no toda la congestión es debido a las compras. Debido a la densidad, es complicado hacerse con un trabajo. Los centros comerciales, cuando la crisis aprieta más, se reconvierten en ferias de empleo llenas de persona buscando un nuevo oficio.
Decenas de miles de personas hacen cola sólo por la oportunidad de tener una vida mejor para ellos y sus familias.
Sin embargo, las tasas de fecundidad son innegablemente altas. Los expertos predicen que la población se duplicará para 2025, pero las infraestructuras no están preparadas para soportar otras 1,6 millones de personas.