¿Qué son las parafilias?
Para la mayoría de las personas el sexo es algo más que una vía para la reproducción. Y es que las fantasías y preferencias sexuales son infinitamente diversas, personales y complejas, y están sujetas a la influencia de multitud de factores culturales e individuales. Para algunos, prácticas sexuales como la aracnofilia, acromotomofilia o escatologia telefónica, son extrañas e, incluso, desagradables. Para otros, en cambio, son una fuente inmensa de placer. Anteriormente, a estas inclinaciones tan poco convencionales se las llamaba perversiones. Sin embargo, hace unos pocos años el término «perversión» fue sustituido por el de «parafilia».
¿Qué son las parafilias?
Una parafilia (del griego pará: «al margen de», y filía: «amor») es un patrón de comportamiento sexual en el que se encuentra el placer con objetos y situaciones inusuales. Generalmente la cópula se complementa con otras actividades que, para la mayoría de personas, no son nada eróticas.
El concepto de parafilia engloba cuestiones tan dispares como el fetichismo (pauta de conducta en la que aparecen deseos, fantasías o prácticas a partir de prendas de vestir o partes del cuerpo), el masoquismo (estimulación sexual a partir del dolor y la degradación), la dendrofilia (atracción por los vegetales) o aracnoflia (atracción por las arañas). Además los parafílicos suelen presentar 3 o 5 parafilias a la vez.
A un gran porcentaje de la población le gusta sentir, ocasionalmente, un leve dolor durante el acto sexual, en cambio, aceptamos que el sadomasoquismo es una pauta sexual claramente minoritaria. De la misma forma, es habitual que objetos los zapatos de tacón o la lencería evocan un deseo sexual, sin embargo, el fetichismo es una forma de parafilia… entonces ¿dónde ponemos el límite entre una conducta parafílica y una «normal»?
No existe un consenso para establecer un límite preciso entre el interés sexual inusual y la parafilia, pero generalmente se dice que una persona es parafílica cuando determinados objetos o rituales extravagantes resultan imprescindibles para la obtención de placer. En este contexto, la diferencia entre preferencia y necesidad es muy importante.
Así que no hay que confundir las parafilias con situaciones de sexualidad normal en las que se introducen elementos que complementan la relación sexual. Las personas pueden mostrar inclinaciones hacia ciertos objetos, situaciones o rituales, sin que ello suponga un comportamiento parafílico.
A alguien que le gusta esposar a su pareja a la cama pero que también puede obtener placer sexual de otras formas no se le considera parafílico. En estos casos el fetiche es, únicamente, una práctica erótica que «condimenta» la relación, pero no la relación en sí. En cambio, si esa persona es incapaz de tener relaciones sin que su pareja esté esposada a la cama o bien la ata en contra de su voluntad ya es otra cosa.
¿Son un trastorno?
Una parafilia, por si sola, no es trastorno. Tampoco es buena ni mala, solo es diferente.
El término parafilia engloba conductas sexuales tan diferentes como la dendrofilia o la pedofilia; con ello, resulta muy polémico en la comunidad psiquiátrica y está sujeto a un constante debate. Si bien algunos psiquiatras afirman que las parafilias pueden considerarse psicopatologías, también hay otros que se inclinan por hablar de preferencias sexuales y dejar fuera de la definición las influencias judiciales o morales.
Pero hay algo en lo que todos los psiquiatras coinciden: existe un trastorno si determinadas prácticas son obsesivas, enfermizas y destructivas, es decir, si implican un daño clínico significativo a uno mismo o a la pareja. También hay indicios de trastorno cuando no hay consentimiento mutuo. Así algunas parafilias como la pedofilia, necrofolia, el frotismo y la somnofilia son consideradas un trastorno.
Tras los numerosos estudios que se han realizado para demostrar la existencia de alguna alteración psicológica que pueda explicar el origen de las parafilias, ha sido imposible conocer una causa exacta. Según Sigmund Freud, como era de esperar, las parafilias están asociadas a problemas en el entorno familiar durante la niñez, al complejo de castración o al popular complejo de edipo.
Sea cual sea el origen, no hay que alarmarse por tener unas preferencias un tanto peculiares. Sino perjudicas a nadie, deja los juicios morales a un lado y a disfrutar.