¿Por qué y cómo atacan las medusas?
El 95 % de su cuerpo está constituido por agua, se mueven al son de las corrientes marinas, son gelatinosas y, si bien por su apariencia transparente y blanquecina podemos confundirlas con una bolsa de plástico, después de rozarlas las reconocemos perfectamente… y es que a diferencia de las bolsas de plástico, las medusas nos «saludan» con una descarga eléctrica bastante dolorosa.
Estas criaturas aparecieron hace más de 500 millones de años y aunque su presencia resulta muy molesta para los bañistas, no queda más remedio que aceptar que el mar es su hábitat natural. Podemos encontrarlas en cualquier parte del océano pero a menudo, para nuestra desgracia, las corrientes las arrastran hacia la costa.
¿Por qué «atacan» las medusas?
La realidad es que no pretenden hacernos ningún daño, así que el término «atacar» no es muy apropiado: las medusas, más bien, pican. Son animales muy pasivos y simplemente se protegen de algo que desconocen. Sus tentáculos albergan miles de células urticantes que cuando entran en contacto con cualquier cuerpo extraño, disparan, automáticamente, veneno.
Las células disparadoras de veneno se denominan cnidoblastos o cnidocitos y son exclusivas de los cnidarios, es decir, de las medusas, los corales y las anémonas de mar. Estas células segregan una sustancia urticante cuya misión es proteger a las medusas de sus depredadores y paralizar a sus presas. De esta forma su veneno les sirve para comer y evitar ser comidas. Y así es como las medusas, blandas y con una capacidad para desplazarse bastante limitada, han conseguido sobrevivir millones de años.
¿Cómo pican las medusas?
Generalmente tienen un comportamiento bastante pasivo: flotan en el agua dejándose llevar por la corriente, sin oponer resistencia alguna ni dirigirse a ningún lugar concreto. Ante la presencia de algún pez pequeño, dejan caer sus tentáculos para inmovilizarlo; luego los retraen y se llevan el alimento a la boca.
Los cnidoblastos contienen una cápsula que encierra en su interior un filamento enrollado y empapado de toxinas, algo parecido a un dardo envenenado. Cuando el cnidoblasto es estimulado, el filamento se desenrolla y sale de la cápsula, inyectando el líquido venenoso en la piel de la víctima.
Cualquier roce es suficiente para alertar a la medusa y estimular los cnidoblastos, incluso reaccionan ante cambios bruscos de temperatura y salinidad; es por esto que lavar una picada de medusa con agua dulce no es buena idea. Cuando nos pica una medusa, a menudo quedan restos cnidoblastos en nuestra piel y si lavamos la herida con agua dulce, los estamos exponiendo a un cambio de salinidad. El agua dulce entra bruscamente en el interior de estas células urticantes, que explotan disparando desde su interior sus «dardos envenenados». Como consecuencia, la herida se expande y obviamente, duele más.
Y pueden picar hasta después de muertas
Mucho cuidado al caminar por la arena porque efectivamente, las medusas pican incluso muertas. Sus tentáculos siguen repletos de cnidoblastos y estos a su vez, siguen conteniendo veneno. Sólo cuando han sido expuestas al calor del sol durante al menos un día pierden su toxicidad. Esto se debe a que cuando se secan, sus tentáculos pierden elasticidad y, con ello, su capacidad para lanzar los filamentos urticantes.
La mejor manera de prevenir sus picaduras es evitar «roces» innecesarios. Es decir, no tirarse al agua cuando hay medusas. Algunas medusas tienen tentáculos bastante largos y transparentes, pudiéndonos pensar que estamos a una distancia prudente de la medusa y aún así ser alcanzados por ellos.
Ahora ya existen protectores solares que repelen las medusas. La fórmula de estos fotoprotectores especiales está basada en los mecanismos de defensa del pez payaso, que es inmune a la picada de los cnidarios. La crema libera unos polisacáridos naturales de las medusas que las despista, pues cree que está tocando otra medusa. De esta forma, al no detectar ningún cuerpo extraño, las células urticantes no se activan. Es el mismo sistema de defensa que protege al pez payaso de los cnidarios.
Y si aún así te pican:
Lava la zona afectada con agua salada, suero fisiológico o vinagre, pero NUNCA con agua dulce. No frotes la zona afectada ni con arena ni con la toalla. Retira los restos de tentáculos con unas pinzas. Después de desprenderte de los restos de tentáculos, puedes utilizar hielo para paliar el dolor.