¿Para qué sirven las emociones?
Los seres humanos somos seres emocionales y nos guste o no, la tristeza, la alegría, la ira, la sorpresa, el amor, el asco y el miedo, son sensaciones que forman parte de nuestro día a día y como todo, tienen su razón de ser. A menudo las emociones son consideradas respuestas negativas que alteran el estado natural de nuestro organismo y que deben ser dominadas, reprimidas o controladas por el pensamiento racional; sin embargo, lejos de ser algo que malo, cumplen funciones positivas, ya que nos permiten responder de modo efectivo a los desafíos y a las oportunidades que plantea nuestro entorno.
Las emociones tienen una base biológica generada por millones de años de evolución y, por lo tanto, cada una de las emociones, tanto las positivas como las negativas, cumple una función adaptativa y necesaria para nuestra supervivencia. A continuación te explicamos porqué:
La vida en grupo, que ha sido una característica de nuestra especie durante millones de años, ofrece una serie de ventajas evidentes como mayor eficacia en la provisión de comida, mejor defensa frente a los depredadores y mejor protección de la descendencia. Pero a la vez plantea nuevos problemas que requieren la coordinación de los miembros del grupo y es aquí donde las emociones juegan un papel fundamental.
Las personas buscan pareja, se reproducen, crían a los hijos, evitan amenazas y mantienen relaciones a largo plazo. Las emociones son un componente crítico del desarrollo y mantenimiento de estos vínculos.
El amor es el motor de las relaciones sociales. Las relaciones sociales son fundamentales para nuestra supervivencia e incluyen vínculos de pareja, padres-hijos y amistosos (alianzas cooperativas). Las emociones refuerzan estos vínculos y favorecen el altruismo recíproco, ayudando a evitar conductas egoístas que podrían dañar a nuestro entorno.
El miedo es la emoción básica del sistema de lucha o huida y nos ayuda a evitar amenazas y ataques físicos. Nuestro cerebro escanea la información sensorial en busca de patrones ( por ejemplo, caras amenazantes) que se asocian a peligro. Cuando los encuentra dispara la respuesta del miedo con activación del eje hipótalamo-hipófisis-adrenocortical con liberación de cortisol y demás hormonas que preparan al organismo para la lucha o la huida.
El asco es un sistema dirigido a evitar la contaminación por enfermedades. Los objetos evitados por esta emoción son las heces, los fluidos o secreciones corporales, comida podrida, ciertos animales ( ratas, arañas, gusanos…), todos ellos potenciales transmisores de enfermedades.
Los teóricos evolucionistas plantean que las emociones sirven también para resolver los problemas que surgen en la convivencia grupal incluyendo la distribución de recursos y la del trabajo. La reciprocidad es una norma universal y existen regalos, castigos (ojo por ojo) y otras situaciones parecidas. Varias emociones señalan cuando la reciprocidad (engaño, trampas, etc) ha sido violada y motivan una conducta reparadora.
La ira o cólera es la sensibilidad a la injusticia y está dirigida a las personas que han violado la reciprocidad.
La culpa ocurre tras violar la norma de reciprocidad y se expresa por disculpas y otras conductas reparadoras que restablecen la reciprocidad.
Vergüenza o las conductas de rubor evocan en el observador emociones de simpatía y promueven la reconciliación.
La gratitud del altruismo de los demás es una recompensa por la adherencia al contrato de reciprocidad.
La envidia motiva a los individuos a quitar mérito o menoscabar a otros cuyo favorable estatus es injustificado preservando así unas relaciones más equitativas.
La tristeza es una emoción necesaria en determinadas situaciones adversas, que nos permite reflexionar y reajustar nuestra vida, es decir, reaccionar ante un cambio indeseado.
Sin embargo las personas no somos perfectas y muchas veces experimentamos emociones inútiles. Por ejemplo, los individuos que responden con pánico a una amenaza para la vida tienen una ventaja adaptativa, pero todos sabemos que a menudo el miedo se manifiesta ante situaciones que no amenazan nuestra vida. Y no solo el miedo, todas las emociones pueden ser sacadas de contexto y perder su función. A menudo la envidia, la ira, la tristeza, la vergüenza etc más que ayudarnos a adaptarnos, nos lo impiden.Y no solo nos perjudican a nosotros mismos, también a nuestro entorno. Es por eso que educar y aprender a gestionar las emociones en lugar de reprimirlas, es tan importante.