9 ‘hacks’ del cuerpo humano
Un ‘hackeo’ es un anglicismo que proviene del verbo ‘hack’, algo así como ‘recortar’ o ‘alterar’. Su término se ha popularizado por su influencia en informática, sobre todo por alterar elementos de tus aparatos tecnológicos.
Pero algunos van más allá, y prometen también romper los límites de los seres humanos. A continuación os enseñemos 9 ‘hackeos’ del cuerpo humano, aunque recuerda que no recomendamos su realización, ya que podrías perjudicar tu salud.
Campos electromagnéticos.
Muchas tiendas de piercings, sobre todo en Estados Unidos, tienen la posibilidad de integrarte un pequeño abalorio de neodimio, del tamaño de un grano de arroz, debajo de la piel del dedo. El imán está recubierto de material tal como nitruro de titanio (normalmente utilizado en las prótesis de cadera), silicona o teflón, que no alteran el cuerpo. Cuando uno se encuentra en un campo electromagnético, éste vibra, lo que permite al usuario ‘sentir’ dicho campo. También puedes atraer pequeños objetos de metal que estén cerca de ti, como clips. Pero tiene sus riesgos: una usuaria perdió su dedo al abrir un tarro de salmuera.
Sonar.
¿Quieres sentirte como un delfín? En Grindhouse-Wetware te ofrecen la posibilidad de tener un sonar por sesenta dólares. Su telémetro localiza un objeto en un cuarto oscuro utilizando un sensor de distancia. Posteriormente, envía impulsos electromagnéticos a un imán en el dedo del usuario, proporcionando una sensación parecida al tamaño y la distancia de un objeto. Cuando éste se acerca, la sensación es más fuerte.
Visión nocturna.
El pez dragón, que se encuentra en los océanos del hemisferio sur, nada más de un kilómetro por debajo de la superficie del agua. Un derivado de la clorofila le ayuda a ver en la oscuridad (o más bien le ayuda a detectar cualquier luz roja emitida por un órgano bioluminiscente). En marzo de 2015, Gabriel Licina y Jeffrey Tibbetts querían probar un derivado similar, Cloro e6 (Ce6). Compraron 100 miligramos a un proveedor de productos médicos por 39$, y diluyeron la mitad del compuesto en una solución salina, puesto que sino, se habrían quemado los ojos. Tras dos horas, en una zona oscurecida, fue capaz de identificar a personas a 15 metros de distancia. Por el momento, no ha tenido efectos secundarios negativos.
Te puedes convertir en una brújula.
Hoy en día es más difícil, ya que la gran mayoría disponemos de smartphones con conexión a internet y GPS. Pero antiguamente, era muy habitual perderse, e ir preguntando a todo aquel que se cruzara en tu camino por dónde quedaba el lugar que buscabas. Pero investigadores de la Universidad de Osnabrück, en Alemania, querían saber si se podría crear un sentimiento de ‘dirección’. Durante siete semanas, nueve hombres y cuatro mujeres llevaron cinturones con 30 motores de vibración cosidas en un tejido elástico que indicaba cuándo estaban mirando al norte. Los sujetos fueron puestos a prueba en diversos caminos a bicicleta y a pie, y con el tiempo, mejoraron sus habilidades generales de orientación. Una vez se les quitó el cinturón, algunos usuarios se sentían desorientados e inseguros.
Escuchar el Wi-Fi.
Imagínate ir por la calle, y en lugar de buscar esa pequeña pegatina azul y blanca que indica que en ese lugar se puede conectar al Wi-Fi, puedes escuchar la presencia de un punto de acceso. El periodista londinense Frank Swain es parcialmente sordo, y lleva unos audífonos Starkey que se enlazan a través de Bluetooth a su smartphone. El año pasado, un amigo ingeniero hizo que su audífono pudiera detectar la señal de Wi-Fi.
Unidades flash en tus dedos.
Los chips legibles por los ordenadores pueden llegar a medir hasta 3-6 milímetros, y de la misma manera que ocurre con el imán del inicio del artículo, puede ser insertado bajo la piel con la ayuda de una aguja grande. Puedes almacenar datos en ellos, y transferir por NFC de tu Android con un simple movimiento de la mano.
Auriculares implantados.
Rich Lee, un vendedor de Saint George, Utah, quería unos auriculares inalámbricos… de verdad. Así que se implantó un pequeño imán en su oreja y se instaló un amplificador de señal que hacía de ‘antena’ alrededor de su cuello, creando un campo electromagnético alrededor de su cabeza. Este campo induce vibraciones en los imanes de sus oídos, por lo que Lee, con la ayuda de su móvil, puede escuchar música.
Hacer que tu cerebro trabaje mejor.
Según un análisis de Restorative Neurology and Neuroscience, con la ayuda de 13 estudiantes, hay un mejor rendimiento del cerebro tras la estimulación transcraneal directa y la estimulación de ruido aleatorio. Los experimentos utilizaron una corriente de muy baja intensidad (2,5 miliamperios) durante no más de 20 minutos. Luego, los sujetos completaron tareas en las que se mostró una mejoría en la memoria, el control cognitivo y en las matemáticas.
Escuchar colores.
Neil Harbisson es un artista, músico y daltónico que veía el mundo en una escala de grises durante los primeros 21 años de su vida. Pero el 2 de diciembre de 2013, en una clínica de Barcelona, un cirujano perforó cuatro orificios en el hueso occipital, en la base de su cráneo, y ancló una cámara. El objetivo captura el color que Harbisson mira, y un chip dentro de su cráneo transpone este color en una frecuencia sonora (el rojo se convierte en un Fa, y el rosa en un Mi, por ejemplo), que aumenta o disminuye su volumen según la saturación que presente el color. Cada pocos meses, tiene que cargar una pequeña batería para alimentar el procesador, la cámara y los sistemas inalámbricos. No tiene botón de encendido/apagado.