¿Por qué se nos pega la lengua al hielo y por qué se quiebra con la bebida?
A veces, cuando comemos un helado de hielo recién sacado del congelador y no esperamos a que gane un poco de temperatura, se nos queda la lengua pegada y no podemos retirarla hasta pasados unos segundos. También, cuando echamos un cubito a una bebida, algunas veces se quiebra y cruje; hoy, os desvelamos los secretos que producen estas dos situaciones.
Nuestra lengua, como la gran parte de nuestro cuerpo, está formada por un porcentaje alto de agua. Lo que pasa cuando nuestra lengua toca con el hielo es que tanto el agua que la forma, como la saliva que está sobre este músculo, se congelan uniéndose con el hielo.
¿Y por qué ocurre esto con la lengua y no cuando tenemos las manos mojadas y tocamos un hielo? Lo que pasa en nuestra lengua es un déficit energético. Nuestro cuerpo no es capaz de calentar nuestra lengua más que lo que enfría el hielo; esta situación no se daría con nuestra piel, por ejemplo, que sí se calentaría más rápido de lo que congela el hielo. Así pues, ocurrirá lo mismo con cualquier superficie que aplique más frío que el calor que emanamos de la lengua: una barra metálica fría también podría pegarse a nuestra lengua.
Así pues, para solucionar esta situación habrá que verter un líquido que esté caliente para descongelar los pequeños cristales formados en nuestra lengua. Si te ocurre esto, puedes echarte un poco de agua templada, por ejemplo.
Contestando la segunda pregunta, el hielo cruje cuando lo introducimos en una bebida a causa de la tensión en su estructura. Cuando introducimos el hielo en una bebida a temperatura superior, esta aumento energético afecta al hielo que ve como las pequeñas burbujas de aire dentro de su estructura se expanden, moviendo las ‘paredes’ del hielo y haciendo que cruja.