¿Por qué tenemos lunares?
Se le llama lunar a cualquier mancha persistente en la piel y en general, a cualquier alteración dérmica que presente diferencias de pigmentación respecto a la mayor parte de la dermis.
Durante el desarrollo embrionario se distribuyen por la piel las células que después del parto producirán melanina en mayor o menor cantidad, dependiendo de factores hereditarios, ambientales y hormonales. Tales células, por lo general uniformemente repartidas, pueden unirse en cúmulos. Es en la infancia donde se activan para producir la melanina, y en este punto aparecen los lunares.
Asimismo, la exposición al sol incrementa el número de lunares. Cada lunar tiene su propio patrón de crecimiento: Al principio, los lunares son planos, rosados marrones o negros. Con el tiempo, pueden crecer y desarrollar pelos o por el contrario aclarar su color. Otros se fusionan con el cuerpo y con el color de la piel que las personas erróneamente llaman de «verrugas».
También hay que tener en cuenta que no todos los lunares son benignos. Hay algunos que pueden ser cancerosos si presentan ciertas características, como un mayor diámetro (por encima de 6cm), si son asimétricos, si el borde es irregular, sangra o produce quemazón. En caso de necesitar extirparlos, se llevaría a cabo con láser o con bisturí.