El primer traje de baño
Actualmente no concebimos ir a la piscina o a la playa sin bikinis o bañadores, o al menos que estas prendas no formaran parte de nuestro armario. Pero, sin embargo, el bañador es una pieza bastante moderna, y el bikini mucho más.
A lo largo del siglo XIX los médicos aconsejaban a sus pacientes darse baños en el mar o en balnearios, se le atribuían efectos que curaban la depresión, la meningitis e incluso el mal de amor. Fue ahí cuando los europeos llenaban sus playas de forma masiva, y cuando apareció la necesidad de crear una prenda que se pudiera utilizar para estos momentos.
Los bañadores femeninos seguían las mismas líneas que las prendas de calle, complicados vestidos de franela con corpiño y cuello alto. Con mangas hasta los codos y falda por debajo de las rodillas. Además vestían con pololos y medias.
No obstante, en 1880 apareció la máquina de baño, con la que la mujer se adentraba en el mar para cambiarse de ropa. Además, poco antes de la Primera Guerra Mundial se puso de moda un bañador más parecido al que usamos ahora, aunque también tenía mangas y falda. Hasta que en 1930 se vio por primera vez el dos piezas con la espalda al aire y finos tirantes.
Hubo que esperar hasta la Segunda Guerra Mundial para dar un giro a la moda de baño, Louis Réard sacó a la luz el bikini en uno de sus desfiles, su nombre haciendo honor a las Islas Bikini del Pacífico.