Los payasos terapéuticos, compañeros esenciales para los niños enfermos
Visten pelucas de colores, trajes de rayas, grandes zapatos, narices rojas y hacen sonreír a todos los niños enfermos del hospital infantil de SickKids en Toronto (Canadá).
Desde hace 30 años, este hospital cuenta con un programa de payasos terapéuticos para complementar el tratamiento médico de sus pacientes, una singular práctica que ahora está siendo exportada a países latinoamericanos.
El sueño de Joan Barrington, una mujer que siempre había querido ser payaso, se hizo realidad en 1993 cuando inició en el Hospital SickKids, uno de los hospitales infantiles más importantes del mundo, un programa de payasos terapéuticos para ayudar a sus pacientes.
Veinte años después de que Joan Barrington crease el programa, la práctica es considerada indispensable en este hospital de Toronto así como en muchos otros hospitales infantiles de Norteamérica. Ahora como presidenta de Therapeutic Clowns International (TCI), forma a profesionales cubanos para incorporar el modelo de payasos terapéuticos al sistema sanitario del país caribeño.
El resultado de esos talleres es la formación de 12 payasos terapéuticos que están empezando a trabajar en los hospitales cubanos para atender a los pacientes más jóvenes. Además de Cuba, otros países también han demostrado su interés.
Los comienzos no fueron fáciles. Joan tuvo que superar reticencias para integrar en el tratamiento de pacientes infantiles la presencia de un payaso pero «los doctores y el personal sanitario entendieron rápidamente el valor del payaso terapéutico a los cinco minutos de verme interactuar con los niños», afirma.
Durante años, Joan empezaba su mañana revisando con los doctores la situación de los pacientes para entender su estado y dolencia, y decidir a quién visitar cada día vestida de “Bunky”, su personaje.
A pesar de las risas de los niños y los buenos momentos, la situación no deja de ser difícil. «Bunky ha sido invitado a funerales y es un privilegio estar ahí. Es Bunky quien es invitado a ser parte del servicio y decir adiós. Todos los payasos tenemos que tener una base muy sólida para que nos ayude a aguantar porque acumulamos mucho dolor, información y estrés», explica Joan.