El ejército mexicano desmanteló una red de telecomunicaciones que los narcotraficantes habían construido para coordinar sus operaciones de tráfico de drogas y armas, vigilar a sus rivales y organizar ataques contra la policía del país.
La red cubría más de 800 kilómetros a lo largo de la frontera con Texas y se extendía otros 800 hacia el interior de México. Los soldados se incautaron de 167 antenas, más de 150 repetidores de señal y miles de teléfonos y radios que operaban en este sistema, que permitía a los criminales comunicarse por todo el noreste de México. Los militares no dijeron qué cartel utilizaba la red, aunque lo más probable es que fueran los Zetas, uno de los más grandes y temidos del país.
