El hito tuvo lugar en 1899, cuando la revista France Automobile organizó una carrera contrarreloj en 1898, a la que acudieron muchos de los principales pilotos europeos de la época. En este evento se fueron sucediendo los récords de velocidad (la característica más importante de un coche segun los cánones de finales del siglo XIX). La primera plusmarca la consiguió Chasseloup-Laubat con un vehículo eléctrico Jentaud de 40 CV, con el que alcanzó los 63,13 km/h.
Las noticias de esta hazaña llegaron a Camile Jenatzy, un ingeniero eléctrico y fabricante belga de neumáticos de caucho, que retó al francés Chasseloup-Laubat. Esto será el inicio de una serie de retos entre ambos conductores por ver quien lograba la mejor marca de velocidad al volante. En la primera carrera el conductor belga llegó a 66,5 km/h a la meta y Chasseloup, a pesar de reventar el motor de su coche a varios metros de la meta, gana al alcanzar los 70,31 km/h. En la revancha Jenatzy gana a 80,33. Chasseloup pide entonces otra carrera, afina su coche y triunfa al llegar a 92,69 km/h.
Pero no estaba todo dicho. Jenatzy decide construir un nuevo coche, La Jamais Contente (La Nunca Satisfecha), construido con una aleación ligera de aluminio con forma de torpedo, una potencia de 68 CV y 1450 kg de masa. Viendo como lo hacía su contrincante, Chasseloup decide retirarse y observar el logro del belga desde la grada. El 29 de abril de 1899 La Jamais Contente conducida por Camile Jenatzy alcanza los 105,88 km/h. Este récord lo mantuvo durante tres años, teniendo que pasar muchas décadas hasta que un vehículo eléctrico superase esa marca.
