Una niña engañó a su secuestrador para que le dejara su móvil y consiguió ser rescatada
Elizabeth Shoaf fue secuestrada al poco de bajarse del autobús escolar. Su secuestrador la llevó al bosque, encerrándola en un refugio hecho a mano cerca de su caravana. A pesar de que abusó constantemente de ella y de las contínuas amenazas de muerte, Shoaf no perdió la esperanza y empezó a planear su huida.
Empezó a hablar de sus intereses con el secuestrador, mostrándose como una persona en quien podía confiar. Eventualmente, el hombre confesó su amor por Elizabeth. Tras 10 días de secuestro, permitió que la niña usara su teléfono móvil para jugar un rato, ocasión que ella aprovechó para llamar a su madre.
Utilizando triangulación por las torres de telefonía, la policía pudo localizar el búnker. Elizabeth le dijo a su secuestrador que los agentes iban a por él y que debía escaparse y volver a por ella más adelante. Cuando lo hizo, ella pudo escaparse y gritar hasta que la policía dio con ella. Poco después el secuestrador fue arrestado, siendo condenado por sus crímenes poco después.