Las escamas plateadas de algunos peces les permiten reflejar la luz del sol que se filtra a través de la superficie del mar para así cegar a sus depredadores. Esto, si se suma a que estos peces a menudo nadan en cardúmenes, hace bastante difícil para un depredador poder capturar a uno. El fenómeno se ha observado en tres especies: Sardina pilchardusla o sardina europea, Clupea harengus o arenque del Atlántico y el Spratus spratus. “Creemos que las sardinas y los arenques han desarrollado esta estructura óptica para ocultarse de los depredadores, como el delfín y el atún”, explican los investigadores.
Estos efectos ópticos defensivos son muy comunes en la naturaleza. Los conocidos como ‘reflectores multicapa’, entre los que se encuentran esos cristales de la piel de los peces, son utilizados por algunos animales para crear señales iridiscentes –que brillan o producen destellos– con las que comunicarse, camuflarse y también como reflectores para incrementar la sensibilidad a la luz baja.
