Los chirridos de un grillo ayudan a determinar la temperatura ambiente de un lugar aplicando una sencilla fórmula matemática
Cuando la temperatura de su entorno es elevada, tal como ocurre en verano, los chirridos de los grillos aumentan su frecuencia. No es otra cosa que la confirmación de la ecuación encontrada hace 110 años por Arrhenius. Los científicos, escuchando atentamente el canto de los grillos, han determinado la expresión matemática que relaciona la temperatura con la frecuencia del chirrido de estos animales, y lo cierto es que resulta lo suficientemente precisa como para poder conocer la temperatura ambiente con la misma precisión que un termómetro de mercurio. En grados centígrados, la fórmula en cuestión es la siguiente:
Temperatura ambiente= numero de cantos por minuto/5(-9)
Obviamente, el principal escollo a la hora de usar un bicho de estos como termómetro es contar con la suficiente precisión la cantidad de chirridos que emite durante un minuto. Algunos recomiendan realizar dicha cuenta en un intervalo de 10 segundos y luego multiplicar por 6 el resultado. No hay dudas que este sistema es más rápido y cómodo, pero introduce un mayor margen de error. Quizás la mejor forma sea contar los chirridos durante más tiempo (digamos 10 minutos) y luego dividir por un número mayor (por ejemplo, 50). Esto puede resultar más “incómodo”, pero minimiza el error de la medida.