El Síndrome de Estocolmo se produce cuando una víctima de secuestro desarrolla simpatía con su secuestrador
Pese a lo increíble que pueda parecer este comportamiento, en realidad es fácilmente explicable y se basa en varias causas potenciales. Por ejemplo, la víctima coopera con el secuestrador puesto que los dos comparten el objetivo de salir ilesos del secuestro. Además, los secuestradores se presentan muchas veces a sus rehenes como benefactores, y la falta de control de la situación por parte de la víctima provoca que ésta llegue a aceptar de buena gana las exigencias de su secuestrador. Puede darse en rehenes, miembros de una secta extremista, niños víctima de abusos o incluso prisioneros en un campo de concentración.
Un caso célebre que ejemplifica bien esto es el de Patricia Hearst (en la imagen), secuestrada por un grupo terrorista (el Ejército Simbiótico de Liberación) al que se acabó uniendo.