El sonido de los Stradivarius aún no ha sido igualado
Antonio Stradivari construyó en Cremona (Italia) en el siglo XVII una colección de instrumentos de cuerda, entre ellos violines, violoncellos y guitarras, cuyo sonido ni características ha sido igualado por ningún otro instrumento, por lo que se consideran obras de arte, y se les conoce por el nombre del gran artista que los utilizó alguna vez o por el de su propietario si fue un músico famoso.
La clave estaba en que su estructura había sido alterada con respecto a un instrumento normal por su creador.
Se reveló la presencia de partículas metálicas en la madera, lo que podría sugerir que Stradivari la trataba con disoluciones de sales metálicas, que habría conferido a sus instrumentos la fuerza y riqueza de sonido tan apreciadas.
Un último estudio demostró que el maestro italiano había utilizado bórax (un componente mineral actualmente usado como retardante de incendios, insecticida y agente antihongos) para preservar los instrumentos contra los insectos, ya que se hallaron pruebas de una plaga de insectos en Italia en esa época clave que había afectado a los árboles de la zona, sin saber que ello tendría también efectos sobre la sonoridad de los instrumentos.
En todo caso, los finísimos acabados y la madera de extrema belleza tornasolada también son parte de las obras de arte, valoradas en millones de dólares.