A Federico García Lorca le trasladaron al Gobierno civil de Granada, lugar donde quedo bajo la custodia del gobernador y comandante Valdés Guzmán. Entre otros cargos con los que se denunciaban a este poeta se encontraba el de «ser un espía ruso, estando en contacto con estos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y por ser homosexual.» Hubo varios intentos sin éxito alguno de salvar al poeta ante la sentencia de muerte por parte de autores de renombre como Rosales y Manuel de Falla. Según Gibson, se encuentran indicios de que antes de dar la orden de muerte a Lorca, Valdés se puso en contacto con el general Quipo de Llano, su jefe supremo de los sublevados de Andalucía.
