Taparse el oído contrario cuando hablamos por teléfono no sirve de nada, es más efectivo tapar el micro cuando no hablamos
Una de las imágenes más extendidas en locales ruidosos es la de alguien hablando por el móvil tapándose el oído contrario. Sin embargo, semejante maniobra no sirve de nada. La mejor estratagema es… ¡tapar el micrófono! Por supuesto, cuando no estamos hablando. Así, podemos aprovechar la habilidad del cerebro para discriminar señales diferentes: es lo que se llama el efecto cóctel. En una fiesta animada, nuestro encéfalo es capaz de distinguir una voz entre el barullo que nos envuelve, gracias que todos los ruidos llegan de diferentes direcciones y no suena igual. El móvil nos complica el trabajo porque el sonido ambiente se cuela por el micrófono y nos vuelve por el auricular. Esta trampa tecnológica nos impide percibir bien la voz de nuestro interlocutor, ya mezclada con el ruido de la habitación. Pero, si cubrimos el micrófono con un dedo, el estruendo no llega por el oído que llevamos pegado al móvil y, por lo tanto, conseguimos aprovechar el efecto cóctel.