Ley del esfuerzo inverso: ¿sabes que es?
Cuándo hacemos menos para lograr mejores resultados
En muchas ocasiones, cuanto más nos esforzamos por conseguir algo, más lejos estamos de conseguirlo. A veces, dar un paso atrás, o no hacer nada, puede ser la solución para alcanzar una meta. Es lo que el escritor e intelectual Aldous Huxley denominó como la Ley del Esfuerzo Inverso.
Un ejemplo de la ley del esfuerzo inverso
En ciertas ocasiones, detenerse a mirar en retrospectiva puede dar una visión más amplia que es lo que estamos haciendo mal y nos hace fracasar. En numerosas ocasiones, hemos presenciado en películas la representación de personajes antagonistas sumergiéndose en arenas movedizas.
La paradoja es que al intentar liberarse mediante movimientos frenéticos, su hundimiento se acelera. Contrariamente, la estrategia efectiva en esa amalgama de arena y agua radica en mantener la serenidad y abstenerse de cualquier acción. Al relajarse, es posible ajustar el cuerpo de manera que, al permanecer inmóvil, se logre flotar hasta la superficie y eludir la trampa.
Si bien es solo un ejemplo, en la vida cotidiana también sucede en otros sentidos. Como cuando no podemos conciliar el sueño, cuanto más tratamos, más despiertos estamos. En cambio, si nos relajamos y no pensamos ello, con la mente en blanco, el sueño llega sin que nos demos cuenta.
Aplicar la ley del menor esfuerzo en el momento preciso
Aunque parezca una contradicción, cuanto más esfuerzo ponemos en algo, menos lo alcanzamos. Sin embargo, la ley del menor esfuerzo no significa que no hagamos nada o que nuestra actitud deba ser pasiva para que algo ocurra. Tampoco llegar al extremo de la resignación.
Según el propio Huxley, “la pericia y los resultados solo lo consiguen aquellos que aprendieron el arte de hacer y no hacer”. En una conferencia de 1955, el escritor mencionó que es necesario combinar la relajación con la actividad. Sin embargo, es necesario identificar el momento en que tenemos que aplicar esta ley para poder avanzar y quedarnos estancados en el camino.
Cuando estamos dispuestos a alcanzar un objetivo, y nos movemos en esa dirección, pero no avanzamos, debemos aplicar esta ley. Si no lo hacemos, podemos caer en un círculo vicioso de esfuerzos que terminarán en frustración y resignación. Esto genera cada vez más estrés al ver que el objetivo está cada vez más lejos.
Aplicar la ley del esfuerzo inverso no implica ser apático, mediocre o pasivo. Es simplemente hacer un alto para reflexionar, analizar las circunstancias y enfocar la tarea a realizar desde otro punto de vista. Asimismo, reducir la presión que ejercemos sobre nosotros mismos, detenerse y retomar la acción, enfocando las cosas desde otra perspectiva.
Es como el ejemplo anterior de las arenas movedizas. O al caer al agua en medio del mar. Cuanto más esfuerzo ponemos por mantenernos a flote, más nos hundimos. Pero si llenamos los pulmones de aire y nos relajamos, flotamos sin esfuerzo.