Recuerdos falsos ¿porqué los tenemos?
La mayoría de nosotros, aunque tengamos muy buena memoria, “sufrimos” de recuerdos falsos. Esa experiencia de recordar haber dejado algo en un lugar determinado y luego, al buscarlo, no se encuentra allí. Desde nuestra percepción, alguien lo tomó o lo cambió de sitio. Sin embargo, cuando llevamos la mano al bolsillo, encontramos lo que estábamos buscando.
Todos tenemos recuerdos falsos
Según Julia Shaw, psicóloga del University College de Londres, “todo el mundo tiene recuerdos falsos todo el tiempo”. Nos ocurre, aunque nos jactemos de tener la memoria más prodigiosa del mundo.
Como dice Shaw, estos recuerdos se refieren a la memoria autobiográfica y no a sucesos que ocurrieron en el pasado. Son recuerdos de sucesos que nos pasaron a nosotros mismos, con componentes multisensoriales. Recordar cómo se sentía algo, qué gusto u olor tenía, entre otras emociones.
Son esos recuerdos los que tienen mayor complejidad al traerlos a la memoria, aquellos que no ocurren con los sucesos. Hechos como el del 11 de marzo en Atocha, acuden de inmediato a nuestra memoria, pues están en zonas menos intrincadas de nuestro cerebro.
En cambio, los recuerdos que se refieren a nuestras experiencias, deben recorrer caminos del cerebro que son responsables de nuestras propias emociones. Es una red de neuronas muy intrincada y de amplio recorrido.
¿Por qué son recuerdos falsos?
Este tipo de recuerdos no son fieles a lo que realmente ocurrió y muchas veces guardan muy poca relación con los eventos verídicos. Estudios científicos confirman que esto realmente es así.
El hecho de que nuestros recuerdos sean poco fiables no condiciona nuestra vida, según la psicóloga Shaw. “Es una visión muy importante de cómo funciona nuestro cerebro, que no está simplemente para registrar el pasado de manera perfecta”.
Según la psicóloga, nuestro cerebro está para resolver los problemas de la vida cotidiana, para ser creativos, para ser inteligentes. Las conexiones con el pasado nos permiten crear nuevas historias, ser innovadores o tener nuevas ideas.
Ella afirma que, los recuerdos son como figuras de arcilla que no terminan de secarse nunca. Si las tomamos frescas como están, podemos moldearlas a gusto y tendremos una figura muy distinta de la que formamos al principio. Quizá lo que más intriga, es que tenemos la versión de un recuerdo según lo que recordamos la última vez, y no su versión original.
Experimentación para confirmar la idea
Para corroborar su hipótesis, Shaw realizó un experimento para presentar en su doctorado. El objetivo era demostrar que un grupo de estudiantes generaban falsos recuerdos. La demostración y sus resultados fueron inquietantes y reveladores a la vez.
Los estudiantes describieron sucesos de hacía pocos años, que en realidad no habían ocurrido como ellos los contaban. A lo largo de tres sesiones, la psicóloga los indujo, valiéndose de información recolectada de los padres de los voluntarios.
Luego de las tres sesiones, el 70% de los voluntarios crearon recuerdos falsos.