El atolón Bikini es un santuario marino
En las décadas de 1940 y 1950, el atolón Bikini fue elegido como el lugar para probar la eficacia de las bombas atómicas. En la actualidad, este sitio que compone las Islas Marshall, constituidas como república desde 1990, es uno de los puntos más radiactivos del planeta. Sin embargo, la ausencia de presencia humana permitió que prosperara un riquísimo ecosistema marino.
Eligieron al atolón Bikini para efectuar pruebas nucleares
Hoy el atolón Bikini tiene el aspecto de un paraíso tropical. Con exuberante vegetación y aguas turquesas que invitan a pasar allí unas vacaciones espectaculares. Sin embargo, el peligro subyace en lo que no se puede ver, con la presencia de altos niveles de radiación.
Antes de las pruebas nucleares que realizaron “por el bien de la humanidad”, las islas estaban habitadas por nativos. Eligieron esa zona porque era un paraje apartado del mundo. Despojaron a los nativos de sus tierras para poder llevar a cabo allí los experimentos nucleares.
Desde 1944, las Islas Marshall estuvieron bajo el dominio de Estados Unidos. En 1946, las islas quedaron completamente deshabitadas y la población nativa fue reubicada en el atolón vecino de Rongerik. Se les aseguró que podrían regresar a Bikini una vez que los niveles de radiación se estabilizaran, pero, desafortunadamente, esta promesa nunca llegó a cumplirse.
Las explosiones nucleares devastaron el lugar
Las pruebas en Bikini comenzaron en julio de 1946, solo un año después de las bombas arrojadas en Hiroshima y Nagasaki, en Japón, y duraron hasta 1958. En ese período se efectuaron 67 explosiones en Bikini, de todas las formas posibles, aire, tierra y submarinas. Una de esas explosiones, denominada Castle Bravo, tuvo una potencia 7000 veces superior a la de Hiroshima.
Los efectos en el atolón de Bikini resultaron devastadores, manteniendo hasta hoy niveles de radiación que hacen imposible la vida humana. En los años 70, los nativos originales de Bikini intentaron retornar, pero se vieron impedidos por los riesgos para su salud. A pesar de ello, la naturaleza tomó el papel de restaurar los ecosistemas y el entorno, beneficiándose de la ausencia humana. Estos sucesos marcaron profundamente la historia del atolón. Aunque el daño provocado por las explosiones fue irreversible para la flora y fauna de Bikini, los ecosistemas actualmente son un santuario de descomunal belleza. Se cree que la reparación del ecosistema comenzó una década después de terminadas las pruebas.
¿Cómo están las islas en la actualidad?
Stephen Palumbi, profesor de Ciencias Marinas en la Universidad de Stanford, lideró una expedición submarina en el atolón, específicamente en el cráter Bravo, sitio de la prueba nuclear Castle Bravo en 1954. A pesar del aparente bajo nivel de radiactividad en las aguas, según sus análisis, los sedimentos del lecho marino presentan una imagen contrastante. Estos revelaron una concentración significativa de elementos radioactivos como plutonio, americio y bismuto.
Sin embargo, se constató una notable recuperación de los ecosistemas tanto submarinos como en las superficies de las islas. En 2010, la UNESCO designó al atolón Bikini como Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo que es un premio para la Madre Naturaleza en reconocimiento por su trabajo de restauración.