Los dinosaurios momificados
Tiene 112 millones de años. Es una de las joyas más fascinantes de la paleontología. que permite a los investigadores indagar en uno de los procesos más intrigantes de la fosilización: la momificación natural. Su nombre es Borealopelta markmitchelli, un acorazado herbívoro único en su especie, y es uno de los dinosaurios momificados más sorprendentes.
El enterramiento rápido habría protegido al cuerpo de la carroña y de la degradación biológica. El paleontólogo argentino Juan Ignacio Canale lo dice. “Se habla de momia cuando, además del esqueleto, hay alguna parte blanda preservada”, explica este experto.
Respuestas claras
La momificación es el único proceso capaz de resguardar órganos y aportar certezas a la imaginación científica. “Ayuda a responder preguntas. ¿Cómo era la piel? ¿Cómo era el escamado? ¿Tenían plumas, filamentos, pezuñas o garras?”.
Este dinosaurio fue ayudado por su particular coraza. Y subsistió a más de 50 metros de profundidad en la provincia canadiense de Alberta. Debió quedar sepultado bajo un fondo barroso, gélido y asfixiante.
112 millones de años después, el investigador Donald Henderson, autor del artículo que describió el ejemplar, narra el hecho. “El cadáver se hundió y golpeó con fuerza el fondo del mar. Pudimos ver como las capas de sedimentos que había debajo se deformaban por el impacto. Nubes de limo y lodo se asentaron sobre él. La materia mineral comenzó a cristalizar alrededor del cuerpo. Estos minerales formaron algo así como un antiguo sarcófago egipcio alrededor del fósil”.
Milagroso hallazgo
La densa armadura del propio animal también cumplió un rol clave. “Le permitió permanecer intacto mientras flotaba en la superficie del agua. Fue transportado mar adentro. Eso dificultó que los grandes carroñeros nadadores, como los tiburones y los reptiles marinos, separaran el caparazón del cuerpo”.
Toparse con semejante rareza fue difícil de asumir. Al principio, él y su equipo creyeron estar ante un plesiosaurio, uno de los animales acuáticos más grandes del Cretácico. “¡Pasaron varios minutos antes de darnos cuenta de que era un dinosaurio!”. Y es que encontrarse con uno de los dinosaurios momificados es poco menos que un milagro.