La seta usada por los nazis para espionaje
En toda guerra, el espionaje y contraespionaje pueden definir el resultado. Los nazis lo sabían, y por eso usaron todos los métodos a su alcance. Incluso, setas. Leíste bien. Hoy hablaremos de la seta usada por los nazis para espionaje.
Una de las setas comestibles más fáciles de distinguir es la Coprinus comatus (barbuda o sombrerillo). Su sombrero es de color blanco, tiene escamas marronáceas y su pie es largo y delgado. El nombre del género Coprinus significa literalmente vivir del estiércol. Sí, vive de la materia orgánica rica en nitrógeno. No es tóxica para los humanos, a menos que se consuma con alcohol. ¿Qué relación tiene con el espionaje? La misma que tiene con la tinta.
Las setas y la escritura
En el medioevo, se usaban básicamente dos tipos de tinta negra. Una se obtenía del carbón. La otra, mediante agallas de roble y setas. La barbuda era recogida por los monjes de los monasterios de toda Europa. Se almacenaba durante un tiempo prudencial para que se llevase a cabo el proceso de autodigestión. La seta se convierte espontáneamente en una sopa de esporas de color negruzco.
Más adelante este líquido era refinado y empleado por los monjes para garabatear y dibujar en los scriptorium. Se puede decir que el Coprinus comatus permitió proteger gran parte de la sabiduría medieval. No solo eso se extraía de la seta. Se usaba en compuestos químicos con actividad hipoglucémica, antitumoral y antibacteriana. Una verdadera botica.
¿Cómo llegamos a los nazis? En la Segunda Guerra Mundial la línea que separaba la vida de la muerte era muy delgada. Disponer de un documento o pasaporte que permitiera el libre movimiento por la Alemania nazi o la Francia ocupada era un lujo. No estaba al alcance de cualquiera y podía evitar un campo de concentración.
Por eso proliferaron falsificadores de registros matrimoniales, partidas de nacimiento y salvoconducto. Uno de los más famosos y heroicos fue Adolfo Kaminsky. Era miembro de la resistencia francesa. Pero el contraespionaje nazi contaba entre sus filas con un aliado de excepción: el Coprinus comatus. El servicio de inteligencia teutón descubrió que su tinta servía para detectar documentos falsos.
Los nazis y las setas
El proceso que las autoridades llevaba a cabo era muy sencillo. La seta usada por los nazis para espionaje se agregaba a la tinta habitual que usaban para redactar documentos. Añadían la tintura obtenida a partir del Coprinus comatus. Así era más fácil verificar su autenticidad. Si encontraban trazos de esporas la legitimidad era incuestionable. En caso contrario estaban ante una falsificación. De esta forma, el Coprinus comatus se convirtió en un involuntario aliado nazi. Un ejemplo de que hasta un producto provechoso puede usarse para el mal… en las manos equivocadas.