Un hombre pesca, por segunda vez, una langosta azul
La probabilidad de pescar una langosta americana azul es de una entre dos millones; así que, si logras capturar una, ya te puedes dar con un canto en los dientes. Imagínate hacerlo por partida doble.
En 1990, Wayne Nickerson, natal de Massachusetts, atrapó una de estas langostas azules ultra-raras. Este agosto, en un acto de suerte increíble, consiguió pescar otro ejemplar de 0,9 kilos, con un azul celeste precioso. Tras llamar a su esposa con entusiasmo, se le ocurrió llamarla ‘Bleu’. Afortunadamente para este crustáceo, su alto valor le evitará de acabar en una olla hirviendo: hay planes para donarla a un acuario local.
«Es casi fluorescente. Parece que brilla», afirma Jan Nickerson, la mujer de Wayne, en declaraciones al Boston Globe.
Los oceanógrafos estiman que la probabilidad de que una langosta sea azul, como hemos mencionado anteriormente, es de 2 millones. Esto se produce por un defecto genético, según el Instituto de la Langosta de la Universidad de Maine, que hace que se observe una cantidad excesiva de una proteína. Además, la propia rareza viene acompañada del hecho que destacan por encima de sus compañeras, así que es más fácil de ver para sus depredadores.
Pero no es la langosta más difícil de ver del mundo; hay una probabilidad entre 30 millones de que una langosta americana pueda ser de color amarillo; también existe la posibilidad (una entre 50 millones) de que una langosta tenga medio cuerpo naranja y el otro medio marrón. Pero lo más extraordinario y único es la langosta de «cristal», una langosta albina con una probabilidad de una entre 100 millones.
Pero realmente, las langostas no es que sean «rojas». Las que solemos comer son más parecidas a un color verde oscuro, con tonos azules o marrones cuando están vivas. ¿Y por qué se vuelven rojas? Según la Royal Society of Chemistry, todo tiene que ver con la astaxantina, una proteína de la langosta que modifica el pigmento del crustáceo.