Emma Stewart le debe la vida a su pequeña hija, ya que su embarazo le consiguió sacar de la anorexia que comenzó a sufrir con tan solo 15 años, cuando su obsesión por su cuerpo le llevo por un trágico camino que muchas jóvenes de hoy día recorren.
Empezó con una simple dieta, pero acabo comiendo solamente manzanas y unos 150 laxantes al día.
Cuando los médicos le dijeron que su estilo de vida hacía peligrar su existencia y que a ese ritmo nunca podría ser madre se horrorizo tanto que cambio su forma de pensar de golpe, fue entonces cuando llego Katy, su hija.
“Me sentí muy afortunada de sentirme viva y con mi preciosa niña”. “A causa de esta enfermedad he perdido amigos que nunca volveré a recuperar, aunque sé que nunca me voy a poder quitar de estos sentimientos sobre la obsesión con mi cuerpo, tan solo con mirar a Katy, me da fuerza para salir a delante”
