Los fascinantes camuflajes de las mantis
A diferencia de otros animales miméticos, las mantis no solo se camuflan con su color
Las mantis son insectos excepcionalmente ágiles y discretos. Su capacidad mimética es sorprendente y, a diferencia de otros animales miméticos, no solo se camuflan adaptando su coloración: algunas especies, a lo largo miles y miles de años, han ido modificando su morfología para asemejarse a algún elemento de su entorno. A su vez, adaptan la posición de sus brazos, cabeza, patas y alas. De este modo, son capaces de permanecer pacientemente en una postura determinada imitando, por ejemplo, una flor. En cambio, cuando avistan una presa se mueven con una rapidez y agilidad implacables; de hecho, algunos movimientos del Kung Fu han sido inspirados en este insecto. Así pues, no es de extrañar que las mantis hayan cautivado a naturalistas, entomólogos y fotógrafos de todo el mundo.
Mantis es un género cosmopolita de insectos mantodeos de la familia Mantidae que incluye la mantis religiosa, una de las más conocidas y frecuentes de Europa.
Si hay algo por lo que se conoce a las mantis es por su singular costumbre de apareamiento. En algunas especies la hembra devora al macho antes, durante o después de la cópula. Se lo comen antes cuando no han quedado satisfechas con el cortejo, y después o durante para conseguir un «suplemento proteico» que le vendrá muy bien durante la puesta de huevos.
Existen más de 2400 especies distintas de esta voraz depredadora. Para este fotorreportaje hemos seleccionado algunas de las más curiosas y extraordinarias del mundo.
Mantis orquídea, Hymenopus coronatus
Pocos insectos son más atractivos que la “mantis orquídea”. Habita en las selvas de Malasia, Indonesia y Sumatra, lugares donde estas flores son especialmente abundantes.
La mantis orquídea reposa durante horas sobre las orquídeas acechando a sus presas. Cualquier insecto que se pose en ellas (mariposa, polilla, mosca, etc) será parte de su menú del día.
La mantis orquídea es un auténtico prodigio del mimetismo, pues su cuerpo cuenta con unas proyecciones planas en las patas y abdomen similares a los pétalos de las orquídeas.
Esta especie puede adquirir colores, blancos, rosas o amarillos dependiendo del tipo de orquídea que predomine en su entorno. Además, es una de las especies con mayor dimorfismo sexual, pudiendo las hembras duplicar en tamaño a los machos.
En estas fotos podemos ver como adapta su postura para tomar la forma de una flor. Su cabeza y sus patas delanteras, dobladas a ambos lados, con luz ultravioleta (como ven los insectos), recuerdan a los nectarios de las flores. De este modo, esperan a que los insectos polinizadores vayan directos a «la boca del lobo».
Mantis palo gigante de Malasia, Paratoxodera cornicollis y Toxodera denticulata
Por su tamaño y aspecto ambas especies son apodadas «mantis palo gigante de Malasia». Pueden llegar a los 20 centímetros de longitud, lo que las convierte en de las especies de mantis más grandes del mundo.
Igual que el popular insecto palo, su especialidad son las ramas y las cortezas. Sin embargo, estas dos especies tienen, además, proyecciones verdosas en patas y abdomen que recuerdan a las hojas, el musgo o los líquenes típicos de ramas y troncos. Su tórax está curvado para aumentar aún más el parecido con una rama.
Mantis Hoja Seca, Deroplays
Las especies del género Deroplays son muy comunes en Malasia y adoptan la forma y el color de una hoja muerta.
Cuando se sienten amenazadas se elevan sobre sus patas traseras y abren las alas. De esta forma aparentan ser el doble de su tamaño. A esto se le llama demostración deimática y su propósito es ahuyentar depredadores. Sus alas frontales presentan una gran mancha blanca y las traseras, rayas negras y blancas. Cuando levantan las alas repentinamente, los colores se vuelven visibles y sus depredadores se asustan. Durante la demostración deimática, la mantis también levantará sus patas delanteras para mostrar un área roja con rayas brillantes blancas y negras (patrón cebra)
Sin peligro a la vista, vuelven a confundirse entre las hojas secas.
Mantis flor espinosa, Pseudocreobotra wahlbergii
La Mantis flor espinosa habita en muchos países de la África subsahariana e imita, como su propio nombre indica, a una flor espinosa. Para ello dispone de estructuras espinosas en la parte inferior de su abdomen y sus patas.
Sus ojos, de color púrpura, se confunden entre los pétalos de las flores y sus patas, con rayas verdes y naranjas, entre los tallos y las hojas.
La alas presentan un remolino con un matiz de amarillo y negro que imita a un ojo. Cuando se sienten amenazadas alzan las alas para mostrar sus dos grandes «ojos». Sus depredadores creerán que se trata de un insecto de grandes dimensiones y huirán (o esa es la idea).
Como muchas otras especies de mantis, la mantis flor espinosa se alimenta de los insectos polinizadores que acuden a ella confundiéndola con una flor. A pesar de su entrañable aspecto es muy agresiva, siendo capaz de matar presas mucho más grandes que ella.
Mantis Cobra, Choeradodis rhombicollis
Esta especie imita hojas vivas y suele alojarse en las partes altas de los árboles, por lo que es muy difícil verla. Habita en regiones tropicales americanas, desde el sur de México y Belice, hasta Perú y Surinam. Las características más distintivas de la mantis cobra son su tórax expandido lateralmente (a la que debe su nombre común) y sus alas aplanadas y redondeadas. Ambas son adaptaciones que le permiten mimetizarse con las hojas.
Al contrario que en otras especies de mantis no existe dimorfismo en el tamaño de los sexos, aunque sí en la morfología del abdomen, y en la forma de las antenas, que son más largas y engrosadas en los machos.
Mantis fantasma, Phyllocrania Paradoxa
La mantis fantasma puede encontrarse en Madagascar y África continental. Igual que la deroplays, imita a una hoja marchita, aunque si por algo se caracteriza es por su impresionante cono asombrosamente asimétrico que le ayuda a distorsionar el contorno de su cuerpo para pasar desapercibida entre las hojas.
La mantis fantasma, como muchas otras, es el típico depredador ‘sit-and-wait’: utiliza su camuflaje y espera pacientemente a que una presa desprevenida se acerque y caiga entre sus pinzas. Plegando las patas delanteras y extendiendo la cabeza toma el aspecto de una hoja en la que apenas permanece el nervio central.
Aunque normalmente es de color café oscuro, también existen variedades de color arena, verde, café claro, o incluso verde. En todo caso, su textura y sus formas contorneadas recuerdan a una hoja seca.
Mantis diabólica o flor del diablo, Idolomantis diabolica
Dado su inquietante aspecto, no es raro que la llamen mantis diabólica. Es uno de los insectos más raros del mundo y podemos encontrarlo en varios países africanos como Somalia, Tanzania, Etiopía, Kenya, Malawi o Uganda. Es una de la mantis de mayor tamaño, pudiendo alcanzar 11 centímetros los machos y 13 las hembras. Durante la cópula, la hembra, si no se ha alimentado antes, devora al macho.
Su impresionante estiramiento le permite tomar la apariencia de una flor y permanecer desapercibida. Cuando algún insecto polinizador se acerca seducido por su forma, es decapitado y, posteriormente, devorado. Se alimenta de insectos voladores como mariposas, polillas, moscas, crisopas y escarabajos, entre otros. A pesar de su voracidad, no come insectos venenosos como abejas o avispas, pues representan un peligro para ella.
Presenta varios colores (azul, negro, púrpura, blanco, marrón, rojo y verde) que puede combinar de diferentes formas en función de su entorno. Estudios con Idolomantis diabolica han revelado una táctica única en esta especie: mueve sus alas de izquierda a derecha para asustar y confundir a sus depredadores.
Mantis vampiro, Empusa pennata
Su rostro recuerda al Conde Drácula, de ahí su nombre. Fue descubierta en 1815 por el naturalista sueco Carl Peter Thumber, quien, al ver su rostro, no pudo evitar pensar en el personaje vampiresco. La mantis vampiro se camufla entre las ramas secas y vive en zonas áridas de escasa vegetación, especialmente en España y Portugal. Es una voladora excelente.
A pesar de su tétrico aspecto, esta mantis no es especialmente agresiva.
Los machos y las hembras se distinguen por las antenas, entre otras cosas. En el macho, las antenas parecen plumeros (siguiente fotografía) y en la hembra, son más finas y alargadas.