La píldora del día después, un invento milenario
La píldora del día después es un método anticonceptivo femenino de los denominados «de emergencia» destinado a prevenir embarazos no deseados. Retrasa la ovulación y evita el embarazo en un porcentaje elevado de casos si se toma en las siguientes 72 horas después del coito.
Se ha empezado a comercializar, en farmacias, en el siglo XXI, aunque en realidad, su uso es anterior a la nueva era (a.c) y de hecho, era mucho más popular de lo que podríamos pensar. Obviamente no se distribuía en forma de píldora: se vendía, directamente, la planta con propiedades abortivas, el silfio (en griego).
El silfio, era una planta silvestre que sólo crecía en las inmediaciones de la ciudad griega de Cirene (fundada sobre el 632 antes de la nueva era o a.c), en la zona mediterránea de la actual Libia. La ciudad de Cirene prosperó y se enriqueció gracias a la exportación comercial del silfio. Su importancia fue tal que quedó reconocida en la herramienta económica y política por excelencia, la moneda. Fue la imagen elegida para las monedas de Cirene desde finales del siglo VI a.C. y, azares del destino, éstas se han convertido en prácticamente el único documento con que contamos para reconstruir el aspecto de esta planta, extinguida desde el siglo I.
Según Plinio el Viejo, la planta era silvestre e imposible de cultivar, con fuertes y abundantes raíces y tallo similar al de la asafétida y de grosor parecido. El nombre latino de la planta era laserpicium, de ella se extraía el laser, que era la resina aromática que exudaba la planta y que tenía propiedades medicinales y culinalias. Entre todas esas propiedades del silfio, las más populares fueron quizás, las abortivas, ya que en aquellos tiempos no habían muchas formas de controlar la natalidad. Era similar a nuestra “píldora del día después“, por sus propiedades estrogénicas y se podía aplicar vía oral o vaginal. Era también eficaz para la anticoncepción cuando se tomaba una vez al mes en forma de tintura.
El problema del silfio era su coste. Como el sílfido era escaso y por lo tanto caro, sólo podían permitírselo las mujeres ricas y nobles, pero no las mujeres del pueblo llano ni las prostitutas, que sólo disponían de otros métodos tradicionales mucho menos eficaces. Por consiguiente la mayoría de mujeres recurrían más bien a los métodos abortivos quirúrgicos, con todos los riesgos que ello comportaba.
La sobreexplotación, la pequeña franja costera donde crecía y la imposibilidad de cultivarla llevaron a su extinción en el siglo I.