Leyendas acerca de La Boca de la Verdad
La Boca de la Verdad o La Bocca della Veritá es una enorme máscara de mármol de fama mundial que, según cuentan las leyendas, muerde la mano de aquellos que mienten. La legendaria escultura de enormes dimensiones, cuenta con un diámetro de 1,75 metros y está dedicada al Dios del Mar, representado por un rostro masculino con barba de aspecto amenazante, con los ojos, la nariz y la boca perforados y ahuecados. Está incrustada en la pared del pronaos de la Iglesia Santa María in Cosmedin de Roma desde el año 1632, momento en que, por alguna razón que se desconoce, se decidió trasladarla desde el que había sido su emplazamiento original: la plaza de La Bocca della Veritá.
Las leyendas trazadas alrededor de esta estatua, son múltiples y muy variadas. Pero todas se asientan bajo una misma función, delatar a las personas que mienten.
Existe un texto alemán del siglo XII en el que se explica cómo el mismísimo diablo se escondía tras aquella boca, aguardando las manos de los mentirosos. Se habla de Juliano el Apóstata, quien habiendo engañado a su mujer, se le obligó a defender su verdad públicamente e introducir su mano en La Bocca della Verittá. Pero el travieso demonio es sabio y no perdona, por ello le clavó sus dientes al reconocer a un mentiroso.
También persiste otra curiosa leyenda sobre una bella emperatriz romana, que a pesar de haber cometido adulterio en numerosas ocasiones, logró introducir la mano en la estatua sin recibir castigo alguno. Según los testimonios, la mujer logró salvarse tras utilizar un brillante artificio de dialéctica que engañó al propio demonio.
Cuentan también las leyendas la historia de un hombre romano que acusaba a su mujer de cometer adulterio. La mujer negaba las acusaciones, por lo que su esposo decidió someterla a una prueba con la Boca de la Verdad. Ella sabía que mentía y que perdería su mano por lo que planeó una estrategia muy inteligente:
Un día, en un lugar muy concurrido, el hombre que era su amante se acercó a ella y la besó profundamente, ella fingió que no lo conocía y armó toda una escena donde se mostraba sumamente molesta por lo sucedido. Su estrategia dio resultado pues el día en que puso su mano en la Boca de la Verdad, ella afirmó que jamás había besado a otro hombre que no fuera su esposo y el sujeto que la besó unos días atrás. Ciertamente no estaba mintiendo y su mano se salvó, pero se dice que desde entonces La Bocca de la Veritá perdió su credibilidad y ya no funciona más como detector de mentiras.
Hoy en día, la Bocca della Veritá atrae multitudes de turistas que hacen fila afuera de la Iglesia de Santa María en Cosmedin para ver de cerca a este antiguo detector de mentiras. Algunos temen perder la mano al colocarla en la boca de la escultura, pero la verdad, es que la piedra es totalmente inofensiva y a pesar de que hayan mentido su mano permanecerá intacta.